Así estamos en lo que va de 2016, todavía no hemos podido mojar el anzuelo, unas veces por falta de tiempo y otras veces porque el tiempo, el otro tiempo, nos da la espalda. Ayer un vencejo (Apus apus) se nos acercó hasta nuestra ventana para recordarnos que, con la que estaba cayendo, a lo mejor no era tan mala opción la de permanecer en dique seco.
La visita agradeció nuestra hospitalidad acompañándonos durante un buen rato y aprovechó un momento de tregua para volver a volar. Nosotros quedamos a la espera de nuestra tregua particular para volver a disfrutar de unas horitas junto al agua. El depósito de ganas ya está rebosando y es una pena que no podamos aprovecharlo.
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